Óscar Rodríguez eligió la cancha y fue uno de los mejores líberos del país para participar en el ensanche de la leyenda del club verde. Mientras, su hermano Jose se quedó de la raya hacia afuera y con solo 16 años iba pisando duras pistas de colegios y de institutos como parte de la Obra Social, fundamental en la aportación de Unicaja a Almería. ‘Predicaba’ voleibol entre las generaciones de jóvenes que después siguieron contando con el deporte como una parte de su vida diaria. Más tarde, a los 20 años, se marchó a Madrid para seguir vinculado a la enseñanza del vóley, y a su regreso a tierras almerienses fue la persona elegida para reverdecer el espíritu canterano y de formación que siempre ha definido a esta entidad.
De eso hace una temporada y media, poco tiempo pero suficiente para él. Una vez más el Club Voleibol Unicaja Almería partió desde cero y su reinvención ahora es una realidad. De hecho, Piero Molducci dispone de un juvenil de primer año, Pablo Giménez, que se ha incorporado a los entrenamientos del primer equipo una vez finalizada la primera vuelta de la Superliga: “Estoy seguro de que este chaval dará de qué hablar”. Así de confiado en su pupilo se muestra Jose Rodríguez, un entrenador metódico que jamás echa la culpa al jugador, sino que comparte con él la derrota y lo deja brillar en la victoria. Su sistema ha hecho que se recojan frutos desde casi sembrada la semilla, pero su sello es claramente el de la casa.
Si se le pregunta sobre el camino recorrido, casi prefiere hablar del que queda por recorrer, pero ahí quedan los logros, significativos y con mensaje implícito: “La trayectoria que se ha seguido ha sido muy muy buena, porque la verdad es que se comenzó desde cero con un grupo que prácticamente no había jugado o lo había hecho muy poquito y solo a un nivel de Liga Municipal”. El secreto de la evolución no se lo otorga a si mismo, sino que se lo ‘regala’ a sus chicos: “Sobre todo lo importante en su crecimiento ha sido el carácter que tienen ellos, sus ganas de aprender, el día a día… entre todos hemos sacado un equipo juvenil de primer año en el que todos tenían un nivel técnico de infantiles, y ahí están ahora”.
No puede ocultar el orgullo que siente hacia sus niños, ya casi hombres: “A día de hoy podemos decir que esos chavales son competitivos y que el nivel técnico ha evolucionado bastante, pero insisto en que gracias a esas ganas que le ponen ellos a la hora de entrenar y de dejarse la piel en la pista, pero sobre todo porque saben que pertenecen a un club muy importante con una historia bastante larga, y muchos más ganas le ponen gracias a eso”. Es el ADN de una camiseta que a lo largo de la historia se ha formado gracias a los hombres que la han vestido. Eso se ha transmitido y “el premio fue llegar y poder meterse en el CADEBA con un grupito nuevo prácticamente entero, con solo uno jugando desde edad infantil”.
No se quedó ahí el logro, ya que el papel fue extraordinario: “Sobre todo el poder enfrentarnos a equipos que llevan una trayectoria, como Pizarra y otros de Huelva, que llevan una historia larga de competición, y a los que les plantamos cara; con unos niños que casi no habían jugado antes rozamos las semifinales, de hecho quedamos séptimos y pidiendo paso para meternos en la lucha por las medallas, así que yo estoy muy contento con ellos, y gracias a eso y las ganas que tienen de trabajar, te dan más ganas a ti de seguir con ellos”. La transmisión de los valores es la base sobre la que se levanta un bloque ya consolidado: “Yo hablo mucho con ellos y les digo que esto es trabajo de equipo y no individual”.
Jose Rodríguez no se cansa de repetírselo: “No podemos saltar y rematar para que nos hagan una foto y decir ‘venga, lo he hecho yo’; cada uno tiene su función en el campo y son valores que yo les quiero inculcar a ellos, como que tenemos que ser compañeros y saber en qué momento tenemos que trabajar una bola u otra, en función de las características del rival que tenemos en frente”. La relación personal se ha estrechado con lazos muy fuertes gracias a la comunicación y la complicidad: “Entre ellos se llevan muy muy bien, en lo relativo al equipo y en lo personal, también tienen confianza conmigo; en la pista, entrenamos, y fuera de ella podemos contarnos chistes y tomar una Coca-Cola , pero en pista, a trabajar”.
Respecto a lo que tiene encomendado, “el objetivo sigue siendo formativo, sacar jugadores con valores y trabajar mucho en la evolución técnica, para a partir de ahí seguir hacia más competitividad en el equipo”. Se partió desde la edad juvenil y esta temporada hay novedad: “Sale un cadete para Municipales y desde ahí se plantea lo mismo, evolucionar y en tres o cuatro años tener unas bases muy compensadas, de cero a cien”. El premio al trabajo está representado en la figura de Pablo Giménez: “Es un nuevo hito logrado y esa era la idea; el club quiere que los juveniles participen, porque el salto que tenemos es muy grande y lo que se busca es que la cantera se pueda ver involucrada con el primer equipo”.
El caso de Giménez es el resultado de la planificación establecida a medio plazo: “Llevamos un estudio y un trabajo con los chavales, y a quien creemos que por el esfuerzo y la trayectoria que lleva durante la temporada se lo merece, que tenga ese premio”. El primer elegido ha sido uno de los receptores, nervioso en su ‘día 1’ con Piero y los demás, pero muy bien acogido: “Los seniors los protegen mucho y en concreto él se ve ahí como una hormiguita, es su primer entrenamiento, está muy nervioso, es como cuando montas en bici y te caes y seguramente ahora mismo –referido a su primer día- no sabe ni dónde está, con jugadores que son profesionales, que se decían a esto, pero todo eso es normal y lo tiene que pasar”.
No obstante, el modelo de trabajo semanal es común para facilitar ese salto y Jose Rodríguez lo hace gradual: “Trabajamos los lunes con un poco más de relax, estiramientos, saque y recepción… los demás días más carga, bloqueo, el k2 y el k3, defensas y free ball…”. Se hizo una captación que ha servido para reunir a los cadetes, pero siempre hay opción para quien esté interesado: “El equipo está totalmente abierto, el club lo tiene claro y está abierto a todos los chavales que quieran venir y participar, todo el mundo es bienvenido, desde el más pequeño al más alto, el más delgadito y el más gordito; hacemos competición en todos los niveles, pueden venir pasar un rato divertido y después decidir si se quedan”.
Así es este entrenador que por la capital de España, una vez iniciado en Unicaja, pasó gran parte de su vida vinculado “sobre todo con equipos femeninos de edad formativa en el Club Voleibol Torrejón y sobre todo en el VP Madrid, además de equipos de Primera Nacional”. Siempre en permanente reciclado y aprendizaje, en Almería de nuevo tras media vida madrileña, lanzó a un grupo comprometido de chavales que este curso ya compagina la competición federada de su categoría con la Liga Municipal Senior: “Supone un ritmo de competición bastante alto, puesto que sus rivales están siendo jugadores con un nivel técnico potencialmente bastante alto y a ellos les viene muy bien para luego competir en la federada”.