Asociacion para la Formacion y la Integracion Social Almeriense
Nueva acción social

“Al día siguiente de ver el partido estaban jugando al vóley”

Unicaja Costa de Almería dedica el encuentro del pasado sábado frente a Instercap ASISA Tarragona a la Asociación AFINSA, contando en la grada con un grupo de sus menores: “Agradecemos la gran sensibilidad del club”


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AFINSA, la Asociación para la Formación y la Integración Social Almeriense, lleva mucho tiempo ya, un cuarto de siglo, realizando una labor solidaria encomiable, llena de historias de vida emocionantes, que Unicaja Costa de Almería quiso proyectar a la sociedad. Por ello, el Moisés Ruiz, ‘casa’ para la gran familia ahorradora, abrió sus puertas este pasado sábado a un grupo de los jóvenes a los que la asociación impulsa día a día en la creación de su futuro. En cuanto al presente, tras vivir la experiencia, ya son también parte de esa ‘familia verde’, porque su conexión con el equipo y con el vóley fue inmediata.

Así lo confirma Ana Belén Fuentes, directora del Centro de Menores ‘El Saltador’, “les ha encantado la experiencia”, asegura, tanto que “al día siguiente estaban jugando al vóley”. Disfrutaron del juego y al finalizar el partido también lo hicieron con la cercanía del equipo, charlando con los jugadores y haciéndose todos con ellos. En su conjunto, “una iniciativa y una oportunidad muy positiva”, por lo que “agradecemos la sensibilidad del club Unicaja Costa de Almería hacia el fomento de la integración social y personal en estos menores, que están en riesgo de exclusión social”, añade de modo textural en su valoración.

No solo cuenta el espectáculo deportivo, sino la “promoción de un estilo de vida saludable y el impulso de la socialización entre iguales, para que nuestros menores se sientan parte de una comunidad”. De hecho, ha sido de gran valía para el cumplimiento de sus objetivos prioritarios: “Nos centramos en una atención integral de sus necesidades educativas, así como emocionales, sociales y sanitarias, mediante un enfoque educativo personalizado y una intervención multidisciplinar”. Llevan veinticinco años ayudando y guiando a cientos de niños y adolescentes “a contribuir a una sociedad más justa y prometedora”.

Sus ‘armas’ son “la formación y la educación en valores, sobre todo nos hemos convertido en el apoyo emocional y afectivo que necesitan seguir creciendo y desarrollándose”, así lo cuenta Ana Belén. “Atendemos una amplia población, con edades comprendidas entre los cero y los 18 años, con características psicosociales muy diversas”, puntualiza, “desde el abandono o el desamparo a problemas comportamentales, problemas cognitivos o de discapacidad, menores extranjeros no acompañados, o con algún tipo de dificultad”. Está claro que “las necesidades están orientadas a cubrir aspectos básicos”.

Se refiere a “educativos, emocionales y sociales”, pero quiere destacar “aquellos granitos de arena que aportan otras entidades externas, ONG, empresas y también voluntariado apoyando con material o con actividades”. El objetivo primordial “es proporcionar a estos menores un entorno seguro, estructurado y enriquecedor, que les permita cubrir todas sus necesidades básicas, desarrollar sus capacidades personales, educativas, sociales y emocionales, y que así se preparen para la emancipación facilitándoles su integración plena en la sociedad”. Se trata de “dotarlos de herramientas y habilidades para construir un futuro independiente y prometedor”.

Como ejemplo, la historia de Youssef: “Tenía nueve años cuando llegó a nuestro centro, y desde que tiene memoria su día a día era la calle; su madre murió y lo dejó al cuidado de su abuela paterna, su padre volvió a casarse y tuvo más hijos, quedando atrapado en un círculo de abandono y rechazo”. Inició su proyecto migratorio “muy pequeño, atravesó varios países y el desierto, y vivió en cuestión de meses en varios centros de acogida”. Nunca encajaba porque “no se adaptaba a su nueva vida ni al contexto escolar, comenzó a empeorar en comportamiento y estos cambios le dificultaron para hacer amigos”.

Youssef “se convenció de que no le importaba a nadie” hasta que entró en ‘El Saltador’: “Cuando llegó estaba lleno de ira y tristeza, se aislaba, sin querer participar en actividades y rechazando cualquier intento de acercamiento o vínculo afectivo”. El pequeño tenía “la única compañía de los dibujos que hacía en su cuaderno, muy significativos”. Uno de los educadores vio su talento para dibujar y expresar el dolor que llevaba dentro: “Su camino siguió siendo difícil, pero empezó a expresar esperanza, utilizando colores, y por primera vez tenía ganas de quedarse en el centro”. Finalmente “estudió técnico de Enfermería y está muy agradecido de todo lo que ha vivido con nosotros”.

Es una muestra de historia de vida de las que va acumulando AFINSA con sus “distintos programas de acogimiento y protección de menores en situación de vulnerabilidad ante cualquier medida del Servicio de Protección de Administración Pública, asumiendo la medida de tutela o guarda, prestando una atención integral y garantizando el ejercicio de los derechos de la infancia”. Ha quedado claro que sus herramientas son actividades muy variadas: “Talleres de autoestima y habilidad social o de resolución de conflictos, refuerzo escolar, talleres educativos, actividades de ocio y tiempo libre, deportivas, de orientación laboral, o terapia familiar, participación en actividades interculturales…”.